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Nunca estuvimos tan cerca

Años despues
salí al patio a colgar la ropa
y miré al cielo.
Azul a pesar de todo...
El cielo también me miró
me vio tan lejos
tan poco, tan nada
que me quiso encender con su brisa
y me quiso arrancar del silencio.
Le entregué mi soledad de nuevo
pero esta vez
le dejé ser mi dueño para siempre,
me mordí los ojos con los parpados,
tragué todo el aire que me rodeaba
y nunca estuvimos tan cerca.

Te cambié por el mundo


Una vez te cambié por el mundo,
                    y me fui con el alma
de placeres sedienta.
Me abracé a la brutal apariencia
de este siglo que todo lo ostenta.

Y me fui con el pecho inflamado
                          y solté tu mirada,
y olvide tus caminos;
me burlé de tu clara inocencia
desquiciado de amores leoninos.

Me hiciste tanta falta
                 en esa noche hambrienta...

Y me hundí con tu herencia en el fango
                       para ver lo que el mundo
en su seno escondía;
no había nada en sus fauces voraces
nada más que desgracia tardía.

Porque yo te cambié por un sueño
                        de una vida tiznada,
despojada y siniestra.
Pero fuiste corriendo a mis brazos
cuando quise volver a tu diestra.

Me hiciste tanta falta
                  en esa noche hambrienta…

Dos palabras

Hay dos palabras que nunca
      me atrevería a decir,
aunque me falte el aire
 o aunque me sobre el cielo.
Es que hay letras que juntas
       te ensucian el alma,
no quiero ser ese huerto
donde el infierno florece.

Nunca nos abandonamos

     Esa vida nuestra
fue la mejor que tuvimos.
     Fuimos dos
y a veces miles.
      Fuimos una historia
         delgada y sincera,
con muchos comienzos
y un sólo final.
Nacimos tantas veces
    que ya no recuerdo
     si fueron dos días,
si fueron cien años;
    si fuimos naciones,
si fuimos ciudades.
Tuvimos las llaves.
Tuvimos las puertas.
    Éramos también
y éramos tampoco.
Qué bueno que entonces
      sembramos las horas.
Qué bueno que nunca
    nos abandonamos.

Pocos se dejan amar


Angustia y soledad
        no son eternas,
vivir es una herida abierta
que va cerrando...
         pocos lo saben.
Pocos se dejan amar.
Pocos reciben el perdón
de pie y con los brazos abiertos
                              como una cruz.

Desátame.

           
              Desátame.
Deja que me libre de tus sombras,
que trepe desde el fondo de tu noche,
y alcance los umbrales de tu boca;
              para que digas vida,
              para que digas gracia,
que te palpite un corazón de carne y no de piedra. 
               Libérame.
Déjame que brote como un río,
que brille desde el centro de tu ausencia,
y llene el vaso triste de tu olvido;
               para que vueles joven,
               y multipliques fuerzas,
que se desmayen las murallas que te ciegan. 
               Enciéndeme.
Deja que consuma tus miserias.
¿No ves que estoy dispuesto a la verdad?,
¿que soy el rehén invicto de tu alma?
               Aunque nací cautivo
               puedo tomar tus riendas;
¿no ves que soy la huella del que te ama?

Brisa de madrugada

Brisa de madrugada,
tersa mano que empuja mis alas,
frescura ardiente;
nace desde el seno de la noche
para abrirse prístina en el alba.

Brisa creciente,
que dilata la ilusión de la mañana,
cobijo de los sueños marchitados,
muere entre las sabanas del día
y vuelve a renacer con cada aurora.

Brisa de madrugada,
que vengan todos sus átomos,
que se inflame su estancia,
que se funda con el vuelo
de mi tímida alborada.

Lluvia blanda


   Cae la lluvia blanda,
cuando el cielo se pixela,
se cristaliza el espacio,
se precipita sin tregua;
 los ventanales se empañan,
y la humedad se subleva
el jardinero esta triste
mientras sonríe el poeta. 
   Moja la lluvia el alma,
cuando el océano vuela,
¿será verdad que no cae
sino que el suelo se eleva?
 ¿será verdad que sus átomos
con su destino se estrellan?
¿Será que por cada gota
hay un punto que la espera?

No te mueras sin haber nacido

¿Qué, si entonces bebías del lodo
y en las formas del miedo te hundías?
Si te fueron cortando las cuerdas
o en la calle tu afrenta vendías…

Si entregaste al que fuera tu amigo,
si firmaste un contrato en la arena,
si pagaste los precios más caros
coronando tus sueños de pena.

Si enterraste en la sal tus secretos,
para andar con el alma dolida;
si has herido al que tanto te amaba,
si olvidaste al que nunca te olvida…

Si pensabas que nadie te piensa
si creías que todos se han ido;
¡no le pidas a Dios que se marche!
¡No te mueras sin haber nacido!

Una gota de agua

  Una gota se gesta en las nubes
por la baja presión de la atmósfera;
se dilatan sus frías moléculas
y resbala al abismo indefensa.
  A medida que pierde su altura
se acelera y aumenta su peso;
atraviesa las masas del aire
que una vez la elevaron al cielo.
  Va trazando su estela de plata
mientras roza los gases inertes;
su caída inocente y holgada
se termina en la faz de tu frente.
  Es entonces que alcanza su gloria,
en tu piel se transforma en torrente;
se desliza en tu rostro de niña
y llegando a tus labios se pierde.