Una vez te cambié por el mundo,
y me fui con el alma
de placeres sedienta.
Me abracé a la brutal apariencia
de este siglo que todo lo ostenta.
Me alejé con el pecho inflamado
de pasiones ahumadas,
y solté tu presencia;
por jactarme de sabelotodo
Desprecié tu sagaz inocencia.
Desprecié tu sagaz inocencia.
Me hiciste tanta falta
en esa noche hambrienta...
Y me hundí con tu herencia en el barro
para ver lo que el mundo
en su seno escondía;
no había nada en la luz de sus fauces
nada más que desgracia tardía.
Porque yo te cambié por un sueño
de fragancia elegante
y sustancia siniestra.
Pero fuiste corriendo a mis brazos
cuando quise volver a tu diestra.
Me hiciste tanta falta
en esa noche hambrienta…