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Yo no te llamé

          Yo no te llamé,
habrá sido ese viento
sonámbulo
inquieto
que juega curioso
con los átomos que cuelgan del sauce.
Que suscita un susurro,
que acaricia al silencio...

           Pudo ser el rocío tardío
destilando un rumor de alborada,
una gota
que engendra otra gota
y se estrella en tu puerta
como un grito indecible
que parece mi voz
fecundando tu nombre...

             Pero no fui yo.
Pudo ser una idea encendida
tiritando en el aire.
Un latido en las sombras.
Un cantar de bisagras.
Los crujidos del piano
que hacen eco en el techo
pero no fue mi boca...

       Es que a veces cuando un anhelo
es tan fuego, tan trueno,
tan río desbocado;
se hace cuerpo en la voz de la noche,
te abre las ventanas
crece por tus sabanas
y brota impaciente
en un murmullo de estrellas.

Vamos a nombrarnos


         Vamos a nombrarnos para siempre,
a morder la noche con los dientes ciegos.
Vamos a sembrarnos por las tardes
y a escondernos de las muecas del invierno.
Vamos que no queman las cenizas,
                       solo el fuego.
Que el dolor no duele tanto
           cuando está de paso.
Vamos a robarle al universo
la canción descalza que nos fue quitando.

Propenso


                        Soy propenso a ti.
           Siempre resbalo a tu vera.
Si me miras, me persuades,
si me escondo, me delatas.
Me sucedes todo el tiempo.
Me caminas, me intercalas.
    Soy el mar cuando navegas,
   soy adiós cuando te marchas.
Lluéveme de noche mientras duermo,
                  sigue siendo, no te acabes;
         quiero que me corras por las venas,
      quiero que me encuentres en el aire.

No me toques el alma


No me toques el alma con las manos frías.
No se puede en el viento enhebrar una pluma.
Si me ciegan las llamas, si me aturde la espuma,
         Es que hay cosas nuestras que ya no son mías. 
No me toquen el alma con las manos frías.
Tiene piel de arreboles con las nubes llenas,
   Una luz nacarada caminando en las venas
         y una nota enredada entre dos melodías.

Tu sombra

También me fijo en tu sombra.
   Tu suave y discreta sombra.
             Su contorno escurridizo,
    su porte antojadizo, palaciego.
Pasa por el llano de mi alfombra;
             Se acurruca, se desmaya.
Tiembla desconfiada en los pasillos
   y se escapa por debajo de la mesa.
Se estira hasta el umbral de mi silencio.
              Tu larga sombra...
Se esconde en la penumbra.
              Crece en tus raíces
    descalza, vagabunda.
Te repite sobre el suelo;
     su caricia es de seda.
          Te persigue como un niño;
                su perfume es de nube.
         Qué sombra la tuya.
Qué formas, que maneras.
       Qué parecida a tu alma.
Qué inocente transparencia.

Te procuro

   Igual que el aire que envuelve al aire,
      igual que el río que empuja al río;
     como la aguja que busca el norte
                   yo te procuro...

No nos dejemos de lado


      No nos dejemos de lado,
      nunca nos llegue ese día.
No nos soltemos la mano,
   no nos quitemos la vida.
No nos quedemos sin nada,
  no nos volvamos ausentes.
Nunca nos demos la espalda;
        no nos separe la muerte.

Si te vas ahora

                  No sabrás que sería
                  ni que hubiera cambiado
                  ni cómo ni cuando
                  ni yo tampoco.

Me voy a llevar tus letras

Me voy a llevar tus letras
donde las fauces del miedo
       no te muerdan el alma.
Desataré ese nudo ciego
que te hiciste con las venas,
para borrar ese contorno de penumbras;
que tanto nos dolía.
Cuando me robe tus minutos taciturnos
                     y los mezcle con los míos,
                       zigzagueantes de aventura;
vas a querer que me lleve también
tu viejo secreto
borracho de sombras.

Llamada perdida

Te llamé.
Porque vi tu llamada.
Porque alguno de los dos
está muy lejos.
Te llamé cuando el viento
lleva voces y rimas;
porque nunca las vemos
pero las llamadas suben al aire,
las señales cruzan el aire
y el aire está lleno de letras.
Tu voz se evapora al cielo
y los satélites la empujan,
se repite en las antenas;
tu voz se repite a si misma
y mi voz encuentra la tuya,
se saludan, se abrazan
siguen su camino
y atraviesan las paredes.
Pisan los mares, y vuelven.
Se besan por todas partes
y nadie las ve, nadie las oye.
No saben que el aire
está borracho de besos,
de miradas pixeladas,
de poemas errantes;
de llamadas perdidas.

Una vez fuiste de noche

No te olvides que una vez fuiste de noche,
Y te silbó en los tímpanos
mi sur;
Fue llevándote el verano
               hasta mi costa
             tibia y gratinada
         bañada de truenos.
Y viste una estrella, detrás de otra estrella
    te llevé a la avenida de las cosas eternas
y me ataste las manos
te presté mis bolsillos
     y plantamos un valle
sobre el huerto del alma.
        Vuelve a mis páginas primeras,
todavía está el amor y está mi playa;
todavía espero.
Una vez fuiste de noche,
no lo olvides de nuevo.

Incandescente

Diáfana, incandescente.
Blanda y retirada entre sus manos de trigo.
Quiero que se doble en dos el tiempo
como un pañuelo de lluvia
para acercarnos en todas las veces
que nos hicimos falta.
Y quiero que algún verano de luna ardiente,
llene su tinta mi pluma,
rompa su vino mi vaso;
y su abrazo
abrazo de noche sonámbula;
me arrebate como un río
y me entierre en su nube de alondras
diáfana y cercana
miel de incandescencia.

Tus horas


            Tus horas son las gotas
de una dulce, inquietante herida,
se arrojan de cabeza
          hacia la cima;
de gravedad e incertidumbre
                        desprovistas.
Tus horas son los pájaros
  que entierran en el aire su caricia,
         sin toscas ceremonias,
sin despojos de inclemencia;
       las chispas de esa llama
que lastiman y a la vez
despiertan...
Cabalgo en los corceles
de tu instante,
  donde el viento me empuja la piel
       hasta tocar la luz que te escondía.
Vuelvo a pisar los átomos de tu camino
   para que digas,
     para que calles
y que tus horas se apiaden de las mías.

Tu blanca humanidad

  Tu blanca humanidad
despierta al crepúsculo,
  sosiega al ocaso,
 sacude a la tibieza,
 levanta al agobiado.
La piel de tu ser
tu piel es de vidrio,
      se puede ver tu centro
desde el borde del oriente.

No es difícil llegar hasta tu alma

   No es difícil llegar hasta tu alma,
     si se tiene el tesón de un felino,
las agallas de un héroe aguerrido
y la cruel lucidez de una espada;
      si se puede enterrar una lanza
en el ojo de un Cíclope airado
o montar sobre el noble Pegaso
 evadiendo una lluvia de flechas,
no es difícil que un día me quieras;
           no es difícil morir a tu lado.

Inminencia


    Cuando el fuego de la estela abrazadora
que desatas al moverte en tu existencia
 se derrama entre mis manos peregrinas;
me deshago sobre el mar de tu inminencia.      
      La tormenta de ilusiones temerarias
que se enciende al enredarse nuestras vidas
va sembrando en las llanuras de mi noche
luces nuevas que despiertan encendidas.

Si me prestas tu alma


    Si me prestas tu alma, si te arrojas del nido,
de los malos recuerdos cruzaremos el río,
teñiremos lo añejo de algún nuevo color.
    Con las aves que migran hacia el sur partiremos,
pisaremos la lluvia con los pies descubiertos,
beberemos un tango a la luz de un farol.

   Hacia el dulce vacío saltaremos a dúo,
no tendrás un palacio ni banquetes de lujo,
forasteros en fuga con el viento a favor.
   Brindaremos con agua por los buenos momentos,
destilando las noches a la orilla del fuego,
dibujando en el cielo y cantando a una voz.
   Nos darán pan y abrigo, a cambio de poemas,
venderemos canciones a algún noble mecenas,
degustando naranjas en la plaza mayor.
   Los tesoros que el mundo despreciaba son nuestros;
en las salas de espera siempre habrá caramelos
y en los bosques del parque se descansa mejor.
   Te dirán muchas cosas, te hablaran del olvido,
como espina en la rosa sentirás el exilio,
de argumentos dorados se disfraza el temor.
   Hay cadenas de oro, hay cadenas de rosas
pero tarde o temprano serás libre de todas;
si me prestas tu alma, yo te presto mi amor.