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Solíamos

Solíamos.
Ya no solemos.
Ahora tu sueles.
A veces yo suelo.

Solerás tu
como solías
soleré yo
si acaso puedo.

Solerás, soleré
pero los dos
como entonces
ya no soleremos.

Me duele esa parte
del alma
que torna el amor
en recuerdo.

Te olvidaste de mí


Unos se olvidan las llaves,
otros se olvidan las penas;
algunos pierden sus días
     entre las noches ajenas.
Muchos encuentran aciertos
  donde otros buscan la falla,
pocos encuentran la gloria
    donde otros tiran la toalla.
Algunos pierden amigos
  cuando el rencor se subleva,
hay quienes pierden la vida
      para encontrar una nueva.
Muchos se acuerdan del tiempo
           cuando les toca partir;
otros se acuerdan del miedo
         pero se olvidan de huir.
Yo que me olvido de todo
     siempre me acuerdo de ti,
muchos se olvidan las llaves,
             tú te olvidaste de mí.

Los que dañan


Cuidado cuando te dañen,
   no solo siembran la espina,
también te cuelgan un nombre
 que pesa más que la herida. 
     Te llamarán resentido.
        Te pensarán testarudo.
 Te embarrarán el derecho
  de reclamar lo que es tuyo.
     Hagas lo que digas,
       digas lo que hagas.
Si acaso pides justicia
ellos lo llaman venganza.
Serás el pájaro herido,
  ese que nunca se calla;
y cuando encuentres ayuda
tal vez lo llamen revancha. 
Cuando te alcance la flecha
      perdona pronto al que tira,
que el tiempo suele ser bueno
      para ensanchar las heridas.

Nos van a abandonar


No siempre van a estar aquí.
Nos van a abandonar.
Romperán su lazo a filo de espada
nos dejarán otra vez sin nada
y correrán sin tregua
por las mismas puertas que una vez
como torres de ajedrez
los vimos llegar.

Se vestirán de viaje,
y nos dejarán de otoño.
Nos toserán en la cara su consuelo;
nos dejarán con los ojos colgados del cielo
y los pies fermentando la tierra.
A nosotros, que tuvimos que tragar la noche
sin ningún reproche
para que nunca se vayan...

¡Queremos que se vayan antes!
antes que nos dejen con el alma afónica
y la voz ensangrentada.
Que se vayan, que no toquen nada,
no querremos que nos digan
que mentir y que callar,
que sentir y cómo hacer para pensar.
Antes que se vayan, los dejaremos ir.

Debería estar prohibido

Debería estar prohibido
       que lo dejen a uno
con el alma torcida
detonando por dentro,
con un par de curiosos
  degustando la escena
algún viernes de agosto
por las calles del centro.

Escarnio

    
                Sé que duele...
Masticar el trago ciego del hastío,
la procesión de ingratos que te miran;
el carnaval de burlas silenciosas.
                Sí que duele,
la gente cuando es masa ya no piensa,
olvidan que el escarnio siempre vuelve
y dejan al amor desamparado.


Ellos


    Ellos, que hablaban de piedad
y con hechos negaban su eficacia;
ellos, con qué atención deleitaban
a los magnates de turno,
se sentaban adelante en los banquetes
a degustar el halago empalagoso,
cosechaban de la siembra de los parias
y endulzaban los oídos de los nobles;
para asirse de sus dones pasajeros
y embriagarse con el ron de los aplausos. 
   Ellos, fervientes religiosos,
       con guantes blancos saqueaban
al que después señalaran
para evadir el desprecio.
   Como lápidas de mármol
deslumbraban por cubrir sus purulencias
acusando como siempre a los de afuera.
   Cuando la luz se encendía
en su estirpe se enterraban
como un ciego invertebrado.
    Hoy, que caen como un rayo,
quebrantados por la mano
       del que jamás invocaron,
son platillo de la gente
que les fuera consecuente
  cuando brillaban ufanos;
hoy ya ni el rencor les complace,
   su semilla se hizo un árbol;
bajo el que cuentan los años
        mientras buscan un culpable.

Siempre estás llegando


             Siempre estás llegando,
tus olas nunca rompen en la orilla
de la madre de todos mis anhelos.
Vienes como caminante submarino
               como estirando el camino,
como si fueran mi herencia
   las finas hebras del tiempo
          la arena gris del reloj
que se deshoja a intervalos
como una margarita.
  Es que como una flor
      que nació por error
en el suelo de mármol
             de algún torpe palacio,
             así esperaba tu lluvia;
así buscaba tu mano mojada
               para apagar mi vacío
            y deshacer tanto hastío
Sabía que tu humanidad vendría
desterrando la angustia,
descifrando la vida, pero no tan lento...
             Porque siempre estás llegando.
Sabía que eras río sin salida,
     sin la urgencia de la vida.
     Sabía muchas cosas
          que creía que sabía,
ya solo sé que estás cerca;
                   siempre cerca
         pero no estás dentro.