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El amor no es un simple accidente

El amor no es un simple accidente.
No es andar con el alma encantada
        ni temblar con la sola mirada
de otro ser que se vuelve inminente.
Ha de ser algo más que un ferviente
          juramento sincero y sumiso,
 que al agravio hay que hacer caso omiso
o que al tiempo poner buen semblante.
No es volver con la frente menguante
ni pedirle a la mente permiso.

Es más bien el amor esa lanza
que traspasa el costado de Cristo,
contemplar lo que aún no se ha visto,
y esperar aunque no haya esperanza,
     renunciar a la justa venganza;
perdonar lo que el mundo aborrece,
      abatir el rencor que aparece
para ahogar ese fuego encendido.
El amor no hace nada indebido,
es un árbol que un día florece.

Ya nunca más estuve solo


    Antes me extraviaba en los sentidos,
extasiado de mezquinas pretensiones,
        me embriagaba de sombríos corolarios,
merodeando en los panteones de la ausencia.
    Antes me ahogaba en los pasillos
repitiendo que el amor era mentira,
y en la máquina del mundo me engranaba,
            clausurado de infelices conjeturas.
    Y una vez tocó la puerta de mi noche
y cenamos bajo el claro de una estrella,
     Y por fín mire los ojos de la vida;
  y broté por los regueros de su huerto. 
   Y después me abrió del pecho las cadenas
y me dio un amor despierto de inocencias,
me pobló la huella ardiente de su sombra
   y después ya nunca más estuve solo.

Considérame

        ¡Considérame!
La suerte me ha negado su pestaña de azúcar.
Me abrazó el desprecio tantas veces
y me besó el engaño en la penumbra.
Me embriagué de tropiezos y de angustias
Si...
con la frente abatida y el amor enterrado. 
        ¡Considérame!
Yo sé que tus caminos son más altos.
Que a todo el que se humilla lo levantas
y nada se te pierde entre las manos.
Que surque tu relámpago la noche
Si...
¡Que rompa del desdén los maleficios!


En el hueco de tus alas


Escondido aquí en el hueco de tus alas,
al abrigo del susurro que te nombra;
           cerca de tu pecho,
         dentro de tu sombra;
he sabido y he entendido,
he vuelto a ser y a nacer,
he encontrado los sueños perdidos,
he aprendido a ganar y a perder.

Cuando quiero contar lo infinito


Cuando quiero contar lo infinito
y abrazarme al feroz universo,
                 solo cierro los ojos del pecho
y me arrojo a tu abismo de alondras;
me disuelvo en la sal de tu lumbre
             y despierto bogando en tu lecho. 
Cuando quiero emerger de este cepo
que la piel me tejió con sus grillos,
             me disipo en la luz de tu esencia
y del verso me brota una copla;
es un himno que atrapa tu nombre,
                que desata tu dulce presencia.  
Cuando quiero apagar el delirio
de vagar con la mente anegada,
         me recuerdo que hay algo genuino
para el hombre que busca un milagro;
me sumerjo en las cuencas del alma
                      donde yace tu sello divino.

Quería saberlo todo

El número intangible de la espuma.
El ritmo incomprensible de la suerte. 
La intriga de morir sin ver la muerte. 
Los hilos transparentes de la bruma.

La hora en que los ángeles nacían. 
Las puertas del abismo de la tierra. 
La voz que enciende el filo de la guerra.
La cruz que los libertos merecían.

La sangre redentora en el calvario. 
El próspero Camino a tu morada. 
La prístina Verdad inmaculada. 
La Vida que bebí de tu santuario.

Todavía creo


Todavía creo,
como entonces…
Cuando en el claro de la noche
mientras mi pueblo dormía,
me empujabas al patio,
me enseñabas el cielo;
tus ejércitos ardiendo
sobre el prado de la niebla.
   Medio universo latiendo
        en mi inocente retina.
Todavía siento,
como entonces…
Cuando la brisa de tu aurora
me despertaba encendida.
Me dejabas pellizcarte en la alborada,
 me palpitabas en el pecho
 con tu reloj de fuego,
            con tu abrazo de fuego.
Y yo era campo y tú eras brisa;
 yo era cause y tú la torrentera. 
Todavía pienso,
como entonces…
Cuando la tarde desmayada en el poniente
 me emborrachaba de tristeza;
con el temor de nunca ser lo que soñara
                y de perder un día
          a los que tanto amaba.
 Me atemperaba tu canción de seda,
 porque tenías el control del cielo;
    porque tenías el control de todo.

Este templo


Si en este templo despojado
de piel y de cenizas,
hay una voz que se inflama,
hay una luz que respira;
si en medio de tanta muerte,
     de tanta fiebre encendida,
corre un arroyo de espumas
que me derrama en tu orilla…
Si alguna vez fui soldado,
si acaso tuve un amigo,
por poco o mucho que fuera
lo que brillé en el camino.
Fue tu verbo que no muere,
    que nunca vuelve vacío;
sigue sangrando inocencia
como un río cristalino.

Arrástrame de nuevo a la inocencia


Arrástrame de nuevo a la inocencia,
       que anduve ciego y ya no quiero.
Empujame otra vez contra el destino,
                 el que trazaste una vez
cuando no había lunas ni estrellas
ni tardes doradas, ni noches abiertas.
Siémbrame de nuevo en ese huerto.
Quiero volver a ser rio
En la llanura desierta,
Yo era sal en la noche,
Era luz en la ausencia,
Yo era el grano en tu molienda,
                         por piedad
                       te lo suplico.
Arrójame a tu luz como esa noche.
¡Arrástrame de nuevo a la inocencia!

Parece

        Parece que te aprieto el corazón,
que te soy pared, y te soy la espada,
que te quedas con el pecho dislocado;
 parece que de amor no entiendo nada.

           Parece que te estoy pisando
y te deshago en afiladas penas,
parece que soy ese que te arranca
     y desfibrila sin amor tus venas.

          Parece que no siento nada
Parece que no hay más salida.
Parece que te estrujo el alma.
           Te estoy salvando la vida.

Darte la vida


Así, con la frente espinada,
   la garganta entreabierta;
      ese filo que te cruza como un río.
El amor que se te brota en cada arteria.
                 Así, sin brillo.
Sin la espada en la boca.
Sin el bronce en la huella.
Así, con los brazos inermes
          y la voz empoderada
derramando inocencia;
así no es difícil darte la vida.

Ya me di cuenta











Ya sé, ya me di cuenta que te duelen mis prisiones.
         Ver mi corazón apretado entre las vértebras;
         el corazón empujando las costillas,
         el corazón cavando un túnel por las venas.
Ya sé, no me lo digas.
Tu garganta se deshace por mi afrenta,
mi canción no tiene coro, tiene estrofas
           se repite de colores, sin poema.
Ya sé, me estoy cayendo,
te daré mi mano terca de penumbras,
dejaré que me tapen tus alas;
    por mi bien y por tu causa.

Amén

         Secreta palabra que azota el silencio,
se oculta en el templo callado del hombre.
Encubre sus dones del bárbaro hastío
     y espera enterrada que un labio la toque;
que el mundo agitado recuerde su nombre.

Palabra escondida, de impronta indeleble,
         que todos repiten y pocos conocen.
Quien busque la vida sabrá pronunciarla
   verá que hay tesoros mas anchos que el orbe,
que todo es posible entre el caos y el orden.

Los intersticios


Se guarecen las ideas peregrinas
en los hondos laberintos de las mentes,
van tejiendo entre los túneles del alma
fortalezas de argumentos recurrentes. 
Solamente el Santo Espíritu podría
discernir de la razón los intersticios;
para dar con la raíz de las pasiones
y alumbrar del corazón los orificios.



Todo tuyo


Las llamas son del fuego
del arco, la saeta
las armas del guerrero,
los versos, del poeta.
Las hojas son del libro,
del niño son los sueños,
del viejo, las memorias
del genio, los diseños.

De ti son las palabras,
los sabios y la ciencia,
de ti viene el silencio,
la música y su esencia.
La risa del que ríe,
el llanto del que llora.
los sueños del que sueña;
el canto del que adora,

Tuyo el céfiro y el sonda.
Tuyo el cielo y las estrellas.
Tuyo el bosque de arrayanes.
Tuyo el rayo y las centellas.
Tuyo el hueco y la materia,
Tuyo el cielo y el averno,
Tuyo el átomo invisible
Tuyo lo ínfimo y lo eterno.

Lo evidente, lo imposible,
la pregunta y la respuesta;
lo tienes todo en tus manos,
solo mi vida te resta:
No la daré fácilmente,
perdoname si me atrevo
pero una cosa te pido;
tómala y hazla de nuevo.