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Yo le temía a esa estrella

Yo le temía a esa estrella
y a su espantoso destello,
su belleza inconcebible,
           su horrible lejanía...
Saberla, era invadir los puertos
de mí ya frágil cordura
con las naves postergadas
              de su luz inoportuna.

Aprendí a vivir sin noches
para encontrarme de día
yo que estiraba los brazos
         para abrazarme a ese cielo,
ese cielo que siempre me amaba
me buscaba en los balcones,
en la playa, en el desierto,
en los huecos que dejan las ramas,
de los olmos batiéndose al viento.

Y una vez que ese viento indomable
disipó de la faz toda nube
Recordé la maldad de esa estrella
   Que brotó sobre un mar de vapores.
Me cegó su fulgor implacable,
y a mi cielo dejé abandonado;
para siempre la noche
para siempre postrado
           sobre el negro horizonte.