Sigue de pie

          Sigue de pie,
tiene una bala en la frente
         y sigue firme.
Con una flecha en la espalda,
             no se rinde.
Camina sin piernas.
       Respira sin aire.
No hay ni una sola palabra
          que lo explique.

Inminencia


    Cuando el fuego de la estela abrazadora
que desatas al moverte en tu existencia
 se derrama entre mis manos peregrinas;
me deshago sobre el mar de tu inminencia.      
      La tormenta de ilusiones temerarias
que se enciende al enredarse nuestras vidas
va sembrando en las llanuras de mi noche
luces nuevas que despiertan encendidas.

Lluvia blanda


   Cae la lluvia blanda,
cuando el cielo se pixela,
se cristaliza el espacio,
se precipita sin tregua;
 los ventanales se empañan,
y la humedad se subleva
el jardinero esta triste
mientras sonríe el poeta. 
   Moja la lluvia el alma,
cuando el océano vuela,
¿será verdad que no cae
sino que el suelo se eleva?
 ¿será verdad que sus átomos
con su destino se estrellan?
¿Será que por cada gota
hay un punto que la espera?

¿Que le pasa al amor?


        ¿Qué le pasa al amor
que hace tanto que no te visita?
         ¿Qué le pasa al rencor
que se queda a dormir a tu vera?
         ¿Qué le pasa a tu voz?
¡Era alondra, era clara, era amiga!
         ¿Donde está esa canción
que tocabas cuando eras pequeña?

No te mueras sin haber nacido

¿Qué, si entonces bebías del lodo
y en las formas del miedo te hundías?
Si te fueron cortando las cuerdas
o en la calle tu afrenta vendías…

Si entregaste al que fuera tu amigo,
si firmaste un contrato en la arena,
si pagaste los precios más caros
coronando tus sueños de pena.

Si enterraste en la sal tus secretos,
para andar con el alma dolida;
si has herido al que tanto te amaba,
si olvidaste al que nunca te olvida…

Si pensabas que nadie te piensa
si creías que todos se han ido;
¡no le pidas a Dios que se marche!
¡No te mueras sin haber nacido!

Un tesoro en el patio


    En el patio de la abuela,
del gallinero a diez pasos;
a la sombra de la higuera
algún tesoro enterramos.
   Hicimos un torpe mapa,
y en un cajón lo escondimos,
después se vendió la casa
y lentamente crecimos.  
    Hoy ya no siembro aventuras
donde las flores murieron,
trato de hacer mi fortuna
de las cosas que no veo.
   Hoy ya ni el mapa recuerdo,
ni el tesoro qué escondimos;
quizá nunca lo encontremos
pero, ¡Cuánto nos reímos!

Me han robado un poema.

Hoy me han robado un poema.
¡Quiero saber quién lo tiene!
¿Habrá caído en las redes
de algún pirata o mecenas? 
Era gris y escurridizo
de ocho versos elegantes,
tenía rima asonante
y le gustaba el peligro. 
Siempre viajaba conmigo,
decía cosas brillantes
yo lo leía en las tardes
y él se acostaba en mis libros. 
Lo vi nacer indefenso,
y resbalar por mi mente;
lo corregí tantas veces
hasta que estuvo completo.  
¡Lo tendrán preso en un sobre
o estará escrito en un gueto!
¿Quién le acaricia sus versos?
¿Quién lo recita en las noches?

El otro lado de la luna


       Allá, en el otro lado de la luna,
del lado que los lobos nunca vieron,
yo sé que hay algo más que un mar absurdo
o un valle gris de cráteres desiertos.
Allí, en el lado ignoto de la luna
yo sé que hay mucho más que roca infértil,
         hay más que una bandera de colores;
las huellas de una guerra fría y débil…

         Habrá en el lado nuevo de la luna,
las cosas que los sabios no entendieron,
habrá una noche virgen de penumbras;
aquel otro universo que no vemos.
     Los sueños que borró la madrugada,
aquella otra mitad de nuestros versos;
la faz que los poetas nunca nombran,
  la espalda de una dama en el espejo.




Contraste


Un blanco infinito que excede a la vista,
profundo intangible, cabal e inminente;
rodea cual nube la nada y el todo.
Pureza indecible, eterna y sublime.

Subyace en su centro un sutil punto negro,
incierto y sencillo, efímero y simple;
sensible al sentido, vulgar e imperfecto.
Solo y vulnerable, inmerso en la gloria.

Una gota de agua

  Una gota se gesta en las nubes
por la baja presión de la atmósfera;
se dilatan sus frías moléculas
y resbala al abismo indefensa.
  A medida que pierde su altura
se acelera y aumenta su peso;
atraviesa las masas del aire
que una vez la elevaron al cielo.
  Va trazando su estela de plata
mientras roza los gases inertes;
su caída inocente y holgada
se termina en la faz de tu frente.
  Es entonces que alcanza su gloria,
en tu piel se transforma en torrente;
se desliza en tu rostro de niña
y llegando a tus labios se pierde.

Abstracto

     Una sombra blanca se funde en el lienzo
y otra mancha gris se deshace en su fondo,
dos ráfagas de oleo lastiman el centro,
     tiñendo sus pieles de rojo escarlata;
     parecen las huellas que deja una lanza,
sus gotas derrama en ingrávido sello.
     Un punto en el margen me arrastra los ojos,
al ángulo interno del borde derecho,
letal se retuerce en su negro contorno,
     de arriba hacia abajo su impronta delata;
     esconde una línea torcida y opaca,
que nace en la nada y explota en el todo.
     Un trazo dorado empastado de sombras,
abraza la escena de un borde hasta el otro,
perfora su cruel bocanada de formas
     al musculo inerte de aquel punto negro;
     la historia contada por los que perdieron,
un beso exiliado buscando una boca.

De vez en cuando

              Antes que nada
                                   sin ir más lejos 
          del dicho al hecho
                                   ni más ni menos.
             De boca en boca
                                    de todo un poco
                 a simple vista
                                    ni vos ni voto.

                  En todo caso 
                                    y al fin de cuentas
             de tanto en tanto
                                    y de puño y letra.
            De vez en cuando
                                    de todos modos
                al fin y al cabo
                                    y después de todo.

Reloj de arena

     Vi su reloj de arena,
prisionero en la vitrina;
entre dos enciclopedias
 y un suvenir de la India,
    alguien debió ir a la costa
de alguna isla soleada
y secuestrar esa arena
 que se bronceaba en la playa.
   Despojada de su encanto,
y de sus libres anhelos
dejó de besar el mar
y acariciar sus cabellos.
   Dejó de ser blanda huella,
 dejó de ser horizonte,
ya nunca vio la galaxia
desnuda sobre la noche.             
   Alguna vez fue infinita
como los astros del cielo,
hoy es un lapso fugaz
encapsulado en el tiempo
    Por no saber defenderse,
en un frasco la embutieron
y zarparon en un barco
para venderla en un puerto.
   ¡Hay! Pensé, que desgracia,
triste adorno en la repisa,
pero volví a sonreír
cuando pensé en la justicia;
porque en aquel mueble ingrato
  ornamentado de afrentas
hallé ese barco tirano,
cautivo en una botella...

No.
Definitivamente no.
No puede ser,
es imposible;
ni se te ocurra,
ya ni lo pienses.
es inaudito, 
no; no lo intentes.
No es buena idea,
nunca lo creas,
jamás lo digas,
ni tan siquiera lo consideres;
no lo repitas, 
no si me quieres.
Sabes que es inconcebible;
no me lo niegues.

Lo que perdí en la mirada


      Lo que perdí en la mirada
cada tropiezo y escarnio,
las noches lejos de casa,
los desgarrantes naufragios;
todos los sueños frustrados,
lo que tenía algún precio,
las cartas que no llegaron,
 la soledad y el silencio…
       Las semillas mal plantadas,
los errores no forzados,
las cenizas en el alma,
la desgracia y el rechazo;
los pseudo-amigos ingratos,
y los rincones más lúgubres,
los pasillos trasnochados
 de la negra incertidumbre…
        Los secretos mal guardados,
y el no ser correspondido,
los esfuerzos mal pagados,
la vergüenza y el hastío.
Son del cielo las razones
de quien que ordena las letras
sin heridas y pasiones,
  ¡no tendríamos poemas!

Volver


    Volví una tarde nublada
después de muchos inviernos,
salté las rejas de acero
que custodiaban la casa;
por años deshabitada,
y su jardín marchitado,
de los pinos que plantamos;
solo unos cuantos quedaban 
y en la brisa susurraban
nuestra canción del verano. 
  Con tres candados de bronce
hallé la puerta sellada,
me asomé por la ventana
que alguna vez tuvo flores
y cortinas de colores;
la partí con un ladrillo,
entré sin pedir permiso
y en el zaguán de la entrada
dejé mi vieja nostalgia
esperando como un niño. 
    Para encontrar el pasillo
abrí todas las persianas,
la luz entró avergonzada
y se arrastró por el piso;
como un tesoro escondido
palidecia la sala,
por años deshabitada
con los revoques en ruina
parecían las heridas
que el rencor deja en el alma. 
   Como olvidados testigos
encontré nuestros retratos,
las ratas dentro del piano
y nuestros pálidos libros,
la arrogancia y el olvido
tirados sobre la alfombra;
el fuego arrojó su sombra
sobre el sofá tantas noches
frente al hogar donde entonces
degustábamos las horas. 
    En un cajón del armario
desempolvé un par de cartas
cuya existencia ignoraba
como ignoran los tiranos;
corrí temblando hacia el patio,
busqué la fuente que hicimos,
la que bañaba el rocío,
me vi en su pobre reflejo;
mi corazón tan enfermo
volvió a escuchar sus latidos.

Ya no quiero que seamos amigos


   Me arrojaste hacia el pozo más hondo,
  has vertido el veneno en mi boca,
me enterraste una daga en el pecho;
     ya no quiero que seamos amigos...

Amigos y enemigos


  Me sonrió con un cómplice gesto,
del salón cerró todas las puertas,
trajo copas y un vino importado,
puso un disco de música celta.
Se sentó frente a mí que esperaba
en el otro rincón de la sala,
tomó un trago, pensó largamente
y movió el blanco peón de su dama.

  Sin dudarlo doblé su jugada,
cara a cara quedaron las piezas,
el peón de su rey asomaba
desafiante a mitad de la escena.
Mi caballo del rey envié al centro
para dar una firme respuesta,
se soltó la corbata irritado,
me miraba cual tigre a su presa.

  Como siempre, nos subestimamos,
yo elegí defender sobriamente,
el en cambio avanzaba agresivo,
impetuoso atacó por dos frentes.
Mientras él desplegaba su alfil
fui evadiendo su ansiosa embestida,
ocupé mis casilleros negros
sin entrar en su línea enemiga.

  Por el centro su reina instalada
controlaba mis dos diagonales,
su caballo en el flanco derecho
hostigaba a mis piezas vitales.
Me miró como nunca lo hacía,
me encerró con su plan atrevido,
despreció mi letal retaguardia
y acerté un contraataque nocivo.

  Meditó con las manos cruzadas,
comprendió que arriesgó demasiado,
me aturdieron sus hondos latidos,
bebí toda mi copa de un trago.
El sudor lo envolvió como un manto
y su rey descuidó en un pasillo,
con mi torre arrasé con su trono
y olvidamos que fuimos amigos.

Todo tuyo


Las llamas son del fuego
del arco, la saeta
las armas del guerrero,
los versos, del poeta.
Las hojas son del libro,
del niño son los sueños,
del viejo, las memorias
del genio, los diseños.

De ti son las palabras,
los sabios y la ciencia,
de ti viene el silencio,
la música y su esencia.
La risa del que ríe,
el llanto del que llora.
los sueños del que sueña;
el canto del que adora,

Tuyo el céfiro y el sonda.
Tuyo el cielo y las estrellas.
Tuyo el bosque de arrayanes.
Tuyo el rayo y las centellas.
Tuyo el hueco y la materia,
Tuyo el cielo y el averno,
Tuyo el átomo invisible
Tuyo lo ínfimo y lo eterno.

Lo evidente, lo imposible,
la pregunta y la respuesta;
lo tienes todo en tus manos,
solo mi vida te resta:
No la daré fácilmente,
perdoname si me atrevo
pero una cosa te pido;
tómala y hazla de nuevo.

Si me prestas tu alma


    Si me prestas tu alma, si te arrojas del nido,
de los malos recuerdos cruzaremos el río,
teñiremos lo añejo de algún nuevo color.
    Con las aves que migran hacia el sur partiremos,
pisaremos la lluvia con los pies descubiertos,
beberemos un tango a la luz de un farol.

   Hacia el dulce vacío saltaremos a dúo,
no tendrás un palacio ni banquetes de lujo,
forasteros en fuga con el viento a favor.
   Brindaremos con agua por los buenos momentos,
destilando las noches a la orilla del fuego,
dibujando en el cielo y cantando a una voz.
   Nos darán pan y abrigo, a cambio de poemas,
venderemos canciones a algún noble mecenas,
degustando naranjas en la plaza mayor.
   Los tesoros que el mundo despreciaba son nuestros;
en las salas de espera siempre habrá caramelos
y en los bosques del parque se descansa mejor.
   Te dirán muchas cosas, te hablaran del olvido,
como espina en la rosa sentirás el exilio,
de argumentos dorados se disfraza el temor.
   Hay cadenas de oro, hay cadenas de rosas
pero tarde o temprano serás libre de todas;
si me prestas tu alma, yo te presto mi amor.

Sonata para piano

Bajo el arco central de la sala
de un sutil palacete olvidado,
un anónimo piano de cola
se repite en el piso de mármol;
las cortinas que besan el suelo
tiñen toda la alcoba de blanco,
y un barroco balcón lo separa
de la ilustre Avenida de Mayo.

Un velaje de gris terciopelo
lo guarece del aire profano,
pareciera elevarse del suelo,
como un sueño a los hombres vedado.
Con bravura desnudo sus formas,
temblorosas palpitan las manos;
acaricio sus curvas agudas
como aristas de un sable afilado

El marfil de sus notas oscuras
por el blanco teclado se esparce
como un lobo corriendo en la nieve,
los colmillos lamiendo en sus fauces.
Yo quisiera tocarlo y pudiera
si no fuera un recinto privado,
pero hay algo en su negro contorno.
que despierta un ensueño apagado.

Doce guardias custodian ufanos
la mansión de otro siglo heredada,
mientras cierro por dentro las puertas
temerario me encierro en la sala;
por que un niño soñó tantas noches
que entre notas corcheas y escalas
se sentaba ante un piano prohibido
y tocaba esta vieja sonata.

Merienda Completa


Primero soltó un suspiro,
luego quebró su voz
llevo la taza a sus labios
y hacia la calle miró;
  la lluvia empañaba el vidrio
  que iluminó nuestra mesa
  ella pidió mas café
  Yo una merienda completa.

Yo contaba las tostadas
para saber si alcanzaban,
untaba mucha manteca
y no tanta mermelada;
  pedí cambiarle el lugar
  porque el aire estaba fuerte
   Pero tan solo quería
   tener la tele de frente.

Mi comprensión reclamaba,
con atención la miré,
se le marcaba un bigote
con la crema del café;
   tomo mi mano temblando,
  pestañeaba y balbuceaba
  agonizaba una mosca
  en mi jugo de naranja.

Hacerme el que no me importa,
besar sus manos ansiosas,
ver de reojo el penal
que le regalan a Boca.
  Fingir que no me interesa,
  apretar fuerte los dientes,
  todos se van a las puños,
  y se enfurece la gente.

Algo anda mal, me dijo,
esto no es lo que soñaba,
se humedecieron sus ojos
se enloquecía la hinchada...
  Hay heridas que no cierran,
  dijo cubriendo su cara
  otra oportuna ocacion
  para mirar la pantalla.

Cuanto egoísmo escondido,
ignorar a cualquier precio,
¿a quien se le ocurre hablar
cuando se acaba el torneo?
  Tomó la soda y me dijo
   necesitamos un tiempo...
 ¡Para qué si en dos minutos
  somos campeones de nuevo!


Puedo escribir los versos más locos esta noche

Puedo escribir los versos más locos esta noche.
Escribir por ejemplo: "la noche está en pijamas.

y caminan cancheros los pibes en el centro".
El rey de la noche gira en la pista y baila.

Puedo escribir los versos más locos esta noche.
Yo la quise, de vez en cuando la flaca también me quería.

En noches como esta la tuve en mi auto.
La lleve tantas veces en mi viejo fitito.

Ella me quiso, por ahí yo también la quería.
Como no haber amado sus postres tan finos.

Puedo escribir los versos más locos esta noche.
Saber que no la tengo, pensar que no me ha escrito.

Oír música lenta, más lenta sin ella.
Y me recuesto en la cama con el depto vacío.

Qué importa que en mi face ya no puedo agregarla.
La noche está en pañales y ella no está conmigo.

Eso es todo, en la cocina nadie lava. Yo ni entro.
Mi sed no se contenta con un mate cocido.

Para empeorarla. Un amigo me busca.
Es un ex compañero. Quiere charlar conmigo.

El mismo chabón que llama me debe unas cinco lucas.
Los pesos de aquel entonces ahora no son los mismos.

Ya no la quiero. Posta. Pero cuanto la quise.
On line buscaba descuentos para llevarla a algún sitio.

De otro será de otro. También se llevó mi perro.
El home, la play y la tablet, el dvd de Abel Pintos.

Ya no la quiero. Posta. Pero tal vez la quiero.
Eran tan ricos sus bifes. Y está tan caro el lomito.

Porque en noches como esta me preparaba unos tragos.
Mi sed ya no se contenta con un mate cocido.

Aunque este sea el último saldo que me cargan.
Y este el ultimo sms que le escribo.


Mi última metáfora



Es una pena que vayas a dejarme esta noche,
quedaban tantos racimos en la vid de mi esperanza;
fue este camino tan breve, fueron los años tan bellos;
hoy me siento como el ave que hizo nido en el velero.
Había tantos peldaños en el faro de mis sueños
que mi lerdo corazón no asimila tu distancia;
ahora me sirves café, mientras llenas crucigramas
pero yo sé que te iras, lo anticipa tu mirada. 
No hay maletas en la puerta, ni despedidas, ni cartas,
no te has cambiado el vestido, ni siquiera estas peinada;
pero se bien que te vas, en cuotas fijas te marchas;
más hay fuego ardiendo aun, en la caldera de mis ansias. 
Por eso duele que vayas a abandonarme esta noche,
tú tendrás solo un reproche, mis metáforas baratas;
yo seguiré con mis versos, aunque ya tú te habrás ido;
dejando solo un vacío… 
                                           (En la parrilla de mi alma).

Callejón

La guarida indulgente
se agazapa en las sombras
tras la negra silueta
del callejón indigente,
con sus pálidas paredes
de mampuestos miserables,
redundan ciegos techos
en sinuosas humedades.
Se atragantan en un fuelle,
mil cadencias olvidadas,
que renacen vaporosas
en un ritmo complaciente.
Es que solo son del cielo,
los fantasmas recurrentes;
son las lágrimas de un tango
las que vuelven de la muerte.

Cada linea un poema


Sobre aquel plano inclinado
       limitado por tres rectas,
se apoya una diagonal
de puntos que se interceptan,
    formando un ángulo agudo
su vértice se despliega. 
     Entre las dos directrices
perpendiculares y opuestas,
un arco audaz se guarece
de tres ejes que lo acechan;
su diámetro adyacente
con la tangente se cierra;
donde nacen cual suspiro
cinco líneas paralelas,
sus puntos de origen son
equidistantes de aquellas
que en vista frontal parecen
       una arista larga, eterna. 
Cuando dos planos se cruzan
como almas yuxtapuestas,
cuando coinciden sus lados
y sus ángulos se besan;
cada segmento es un verso,
      cada línea es un poema.