Me gusta cuando ladras


    Me gusta cuando ladras porque estás como alegre,
y me oyes desde lejos y sacudes la cola.
Pareciera que un ojo lo tuvieras manchado
y parece que un hueso te cerrara la boca. 
    Cuando todas las cosas están llenas de calma,
emerges de las sombras hasta la cama mía.
Me destrozas el sueño, te pareces a un karma
y te pareces a la palabra cacofonía. 
     Me gusta cuando ladras, pero estás como artante
y estás como quejándote, y me duele tu aullido
y me gruñes de lejos, y mi pie no te alcanza:
Déjame que te calle con el zapato mío.
    Deja que descanse una vez con tu silencio.
Bájate de la cama, duérmete en el pasillo.
Eres como un coyote, porfiado y testarudo
Tu ladrido es de guerra, tan largo y mezquino.
     Me gustas cuando callas porque muestras los dientes
y te arrojas sobre el patio como haciéndote el muerto.
Una pirueta entonces, una acrobacia bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.